El Mundial 2026 y la nueva página del T-MEC
El Ágora
Por Ana Gómez
El fútbol, como pocas expresiones culturales, tiene la capacidad de unir naciones, borrar fronteras y convertirse en un lenguaje universal. El Mundial 2026 será la primera edición en la historia que se dispute de manera conjunta en tres países: México, Estados Unidos y Canadá.
Mundial en México
México, con su tradición futbolera y su pasión desbordada, será sede de 10 partidos, incluyendo la inauguración en el mítico Estadio Azteca. Guadalajara y Monterrey también recibirán encuentros de fase de grupos y octavos de final, convirtiéndose en escaparates internacionales de nuestra cultura y hospitalidad.
El Azteca, que ya fue testigo de los mundiales de 1970 y 1986, volverá a ser el epicentro de la fiesta global, consolidando a México como el único país en albergar tres Copas del Mundo.
Entre el futbol y la política
Pero más allá de los goles y las emociones, el Mundial ha abierto un espacio de diálogo político entre los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá. Las reuniones recientes han mostrado un tono distinto: menos rígido, más pragmático, con la conciencia de que el éxito del torneo depende de la cooperación trilateral.
En este contexto, la relación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Donald Trump ha llamado la atención. Contra los pronósticos de quienes anticipaban tensiones, ambos han encontrado un terreno común en el fútbol y en la necesidad de proyectar una imagen de unidad hacia el mundo.
Nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum ha demostrado inteligencia política al manejar la relación con Trump. Con serenidad y firmeza, ha sabido reconocer la importancia de Estados Unidos como socio estratégico, al mismo tiempo que defiende los intereses de México.
Trump, por su parte, ha respondido con apertura, la buena química entre ambos mandatarios ha sorprendido a propios y extraños, y ha generado un ambiente de confianza que trasciende lo deportivo.
Revisión del T-MEC
Este entendimiento cobra relevancia en un momento en que se acerca la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). El Mundial ha servido como catalizador de conversaciones más amplias sobre integración económica y cooperación regional. Los tres países saben que la organización conjunta de un evento de esta magnitud requiere coordinación en infraestructura, transporte, comercio y seguridad. Y esas mismas áreas son las que están en juego en la renegociación del tratado.
México ha insistido en que la modernización del T-MEC debe reflejar los cambios tecnológicos y ambientales de la última década. La digitalización de procesos, la transición energética y la movilidad laboral son temas que Sheinbaum ha colocado en la agenda, con el respaldo de Canadá y la disposición de Estados Unidos.
La coincidencia de intereses es evidente, Estados Unidos busca reforzar su liderazgo industrial, México quiere consolidar su papel como socio confiable y Canadá apuesta por un tratado que garantice reglas claras en un mundo cada vez más incierto. El Mundial, con su simbolismo de cooperación y su impacto económico, se ha convertido en un escenario ideal para mostrar que la región puede trabajar unida. Las inversiones en estadios, transporte y turismo son apenas un anticipo de lo que podría lograrse si el T-MEC se renueva con visión de futuro.
En este sentido, la habilidad de Claudia Sheinbaum para negociar con Trump ha sido clave. Ha sabido combinar firmeza con diplomacia, evitando caer en provocaciones y mostrando que México puede dialogar de tú a tú con su vecino del norte. Su estrategia ha sido clara, usar el Mundial como ejemplo de lo que se puede lograr cuando los tres países trabajan juntos, y trasladar esa lógica al terreno económico. La buena relación personal con Trump, más allá de las diferencias ideológicas, ha permitido abrir puertas que parecían cerradas.
El resultado es alentador. Todo apunta a que la renegociación del T-MEC será positiva, no solo porque existen antecedentes de cooperación bilateral sólidos, sino porque el contexto actual obliga a los tres países a pensar en grande. El Mundial 2026 será una vitrina global, y ninguno de los mandatarios quiere que se vea empañada por disputas comerciales. Al contrario, la narrativa que se está construyendo es la de una Norteamérica moderna, capaz de organizar el mayor evento deportivo del planeta y de renovar su marco económico con inteligencia y visión.
México, Estados Unidos y Canadá tienen ante sí la oportunidad de demostrar que la cooperación no es un discurso vacío, sino una práctica que puede transformar realidades. Y si el Mundial 2026 logra encender la chispa de esa integración, entonces podremos decir que el balón también jugó su parte en la historia de Norteamérica.
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*Los textos publicados en la sección de Opinión son responsabilidad exclusiva del autor.
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