Lluvias, México frente al cambio climático 

Lluvias, México frente al cambio climático 

El Ágora

Por Ana Gómez

En la última semana, México ha sido testigo de la fuerza de la naturaleza en su versión más cruda, con lluvias intensas que han provocado inundaciones, deslaves y afectaciones en distintas regiones del país. 

Las inundaciones en estados del sureste, los deslaves en regiones montañosas y las afectaciones en zonas urbanas del centro del país, son la evidencia de que la vulnerabilidad estructural se combina con fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. No basta con atender la emergencia, es indispensable replantear la manera en que construimos nuestras ciudades, diseñamos la infraestructura y protegemos los ecosistemas que actúan como barreras naturales.

Desde comunidades rurales hasta zonas urbanas densamente pobladas, los efectos han sido palpables, miles de viviendas dañadas, caminos interrumpidos, familias desplazadas y, en algunos casos, pérdidas humanas que nos recuerdan la fragilidad de nuestras ciudades frente a fenómenos cada vez más extremos.

No se trata de episodios aislados, la ciencia lo ha advertido con claridad, el cambio climático intensifica los patrones de precipitación, vuelve más violentas las tormentas y multiplica los riesgos de desastres naturales. Lo que antes era considerado “atípico” hoy se convierte en una constante que exige respuestas inmediatas y, sobre todo, políticas de largo aliento.

Durante décadas, el debate sobre el cambio climático se percibió como un asunto lejano, reservado a foros internacionales o a discusiones académicas. Sin embargo, las lluvias recientes en México han demostrado que no se trata de un problema abstracto, sino de una realidad que golpea directamente a las comunidades.

El cambio climático no distingue entre colores partidistas ni fronteras estatales. Es un desafío nacional que requiere coordinación, inversión y, sobre todo, voluntad política.

En este contexto, la reacción del gobierno federal encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido rápida y, sobre todo, con un discurso que reconoce la raíz del problema. Desde la Presidencia se ha subrayado que las lluvias no son simples eventualidades, sino parte de un patrón global que obliga a México a fortalecer su resiliencia climática.

Las brigadas de protección civil, la movilización de la Guardia Nacional, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) y la coordinación con gobiernos estatales y municipales han permitido atender de manera inmediata a las comunidades afectadas. Se han habilitado albergues temporales, desplegado apoyos alimentarios y puesto en marcha operativos de limpieza y restablecimiento de servicios básicos.

Pero más allá de la respuesta de emergencia, lo relevante es el mensaje político. La Presidenta ha insistido en que estos fenómenos deben ser entendidos como una llamada de atención para acelerar la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible. En sus declaraciones recientes, ha vinculado la gestión de desastres con la necesidad de fortalecer la infraestructura verde, invertir en drenajes pluviales modernos y proteger cuencas y bosques que actúan como reguladores naturales de las lluvias.

Históricamente, la política de desastres en México se centraba en la reacción: llegar con despensas, colchonetas y promesas de reconstrucción. Hoy, el discurso federal apunta hacia la prevención y la adaptación. No se trata de minimizar la importancia de la ayuda inmediata, porque sigue siendo vital para quienes lo han perdido todo, sino de reconocer que cada peso invertido en prevención ahorra múltiples costos humanos y económicos en el futuro.

Sin embargo, no todo recae en las autoridades. La sociedad también tiene un papel fundamental. La cultura de la prevención, la conciencia ambiental y la exigencia de políticas responsables son piezas clave. No podemos seguir construyendo en zonas de riesgo, ni tolerar la deforestación que debilita nuestras cuencas, ni ignorar la importancia de separar y reducir residuos que terminan obstruyendo drenajes y agravando inundaciones.

El desafío es enorme, pero también lo es la oportunidad. Estoy segura de que México lograra convertir la tragedia en un punto de inflexión, con la visión de la Presidenta Sheinbaum lograremos que la prevención y la sostenibilidad se conviertan en políticas de Estado.

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*Los textos publicados en la sección de Opinión son responsabilidad exclusiva del autor.

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