México y la renegociación del TMEC

México y la renegociación del TMEC

El Ágora

Por Ana Gómez

La cuenta regresiva hacia la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) ha comenzado. El 2026 marcará un punto de inflexión no solo para la integración económica de América del Norte, sino también para la proyección internacional de México. 

En este tablero complejo, el gobierno mexicano ha decidido jugar con firmeza y visión estratégica, colocando al secretario de Economía, Marcelo Ebrard, como arquitecto técnico de la negociación, y nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum como la voz política que con audacia, se ha sentado frente al presidente Donald Trump para defender los intereses nacionales.

¿Por qué importa tanto esta renegociación?

El TMEC, heredero del TLCAN, ha sido motor de inversión, comercio y empleo durante tres décadas, aunque en el periodo neoliberal no fue benéfico para la industria mexicana, nos permitió evolucionar y ser competitivos. 

Sin embargo, la revisión pactada para 2026 no es un mero trámite, es la oportunidad de redefinir las reglas de la competitividad regional en un contexto de tensiones geopolíticas, transición energética y disrupción tecnológica.

Estados Unidos llega con un discurso de “relocalización” de cadenas productivas y de protección a su industria; Canadá, con la bandera de la sostenibilidad y la defensa de sus sectores estratégicos; y México, con la necesidad de consolidar su papel como socio confiable y plataforma de manufactura avanzada.

En este escenario, la actuación de nuestro gobierno ha sido particularmente visible. No se trata solo de resistir presiones, sino de proponer una narrativa de corresponsabilidad y futuro compartido, donde América del Norte se consolide como un bloque económico sólido, frente al bloque asiático. 

El negociador técnico

El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha asumido el rol de estratega con un estilo pragmático y meticuloso. Su experiencia diplomática y su capacidad para traducir la complejidad normativa en propuestas claras lo han convertido en un interlocutor respetado en Washington y Ottawa.

Ebrard ha insistido en tres ejes, el primero la certidumbre para la inversión extranjera, garantizando que las reglas no cambien a mitad del juego; el segundo la defensa de la soberanía regulatoria, especialmente en sectores como energía y telecomunicaciones, y el tercero la apuesta por la innovación y la transición verde, buscando que el TMEC no sea un ancla del pasado, sino un puente hacia la economía del futuro.

Claudia y su audacia presidencial

Si bien el Secretario de Economía es el arquitecto, nuestra presidenta Claudia ha sido la voz que da legitimidad política a la estrategia. Su encuentro con Donald Trump, cargado de simbolismo y tensión, mostró un estilo directo y sin titubeos, donde se defiende la soberanía, pero se buscan acuerdos para no terminar con la relación económica. 

La audacia de la Presidenta no radica en la confrontación, sino en la capacidad de hablar de tú a tú con un líder conocido por su estilo impredecible. Esa paridad simbólica envía un mensaje poderoso, donde México no llega a la mesa como socio menor, sino como actor indispensable en la competitividad de América del Norte.

Trump rompe con Canadá

En este tablero ya complejo, las últimas declaraciones de Donald Trump añadieron un elemento de incertidumbre. El presidente estadounidense anunció en octubre de 2025 que daba por terminadas todas las negociaciones comerciales con Canadá, acusando al gobierno de haber utilizado de manera “fraudulenta” un discurso de Ronald Reagan en una campaña contra los aranceles.

Este gesto no solo tensiona la relación bilateral, sino que abre la posibilidad de que Trump busque privilegiar acuerdos bilaterales en lugar de mantener el marco trilateral del TMEC. Para México, la situación representa un reto y una oportunidad, si Canadá queda temporalmente fuera de la mesa, nuestro país podría convertirse en el socio prioritario de Washington, pero también enfrentaría presiones más directas en temas sensibles como energía y automotriz.

¿Riesgo o gran oportunidad?

Los temas más sensibles de la renegociación son claros, las reglas de origen en el sector automotriz, la energía, el comercio digital, propiedad intelectual, las relaciones laborales y medio ambiente, capítulos que podrían usarse como instrumentos de presión.

Pero también hay oportunidades, como la relocalización de cadenas productivas abre la puerta a que México atraiga inversiones en semiconductores, electromovilidad y energías limpias.

Mirando hacia adelante

El desenlace de la renegociación aún está abierto. Habrá tensiones, concesiones y momentos de incertidumbre, pero si algo ha quedado claro es que México llega mejor preparado que en el pasado, con un secretario de Economía que domina la técnica y una presidenta que no teme al cara a cara con Trump.

El futuro dependerá de la capacidad de convertir la negociación en un catalizador de inversión. Si se logra un acuerdo equilibrado, México podría atraer miles de millones de dólares en sectores estratégicos, generar empleos de calidad y consolidar su papel como socio indispensable en la región.

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*Los textos publicados en la sección de Opinión son responsabilidad exclusiva del autor.

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