
¿El fin de la guerra?
El Ágora
Por Ana Gómez
Lo que comenzó como una confrontación entre Irán e Israel escaló rápidamente a un conflicto regional con Estados Unidos como tercer actor. Ahora, tras intensos bombardeos, un inesperado anuncio de Donald Trump sobre un cese al fuego total abre la puerta a una posible desescalada.
El lunes 23 de junio, por medio de un comunicado difundido a través de su cuenta en Truth Social, el presidente Trump anunció que se ha alcanzado un acuerdo total entre Israel e Irán para poner fin al conflicto. Según su mensaje: «¡Felicidades a todos! En aproximadamente seis horas, cuando ambas naciones culminen sus operaciones, se activará un cese al fuego de 12 horas. Y al cumplirse la vigésima cuarta hora, la guerra de los 12 días se considerará oficialmente terminada».
Con estas palabras, Trump resaltó la determinación de ambos bandos para abandonar la escalada militar y abrir paso a un nuevo capítulo en el que el diálogo y la estabilidad puedan prevalecer.
Este anuncio, por sorprendente que resulte, plantea interrogantes cruciales sobre el futuro de un escenario geopolítico ya complejo: ¿cuál será el impacto real de este cese al fuego en las dinámicas regionales? ¿Responderán Irán e Israel con la misma seriedad al acuerdo? ¿Y qué papel asumirán potencias clave como Arabia Saudita o Turquía?
El preámbulo de la tregua
El sábado 21 de junio, fuerzas estadounidenses llevaron a cabo una ofensiva aérea sorpresiva sobre tres instalaciones nucleares iraníes de Fordó, Natanz e Isfahán, en una operación denominada Martillo de Medianoche. Bombarderos furtivos, desplegados desde bases en el Golfo Pérsico, ejecutaron el ataque.
Según afirmó el presidente Donald Trump, «estos ataques desmantelaron por completo la capacidad nuclear ofensiva de Irán». Si bien las imágenes satelitales evidencian daños considerables, Teherán insiste en que su arsenal nuclear permanece operativo.
En respuesta, durante la madrugada del lunes 23 de junio, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica lanzó una serie de misiles balísticos contra las bases estadounidenses de Al Udeid en Qatar y Ain al-Asad en Irak. Pese a que las defensas interceptaron la mayoría de los proyectiles, las explosiones obligaron al cierre temporal del espacio aéreo en Catar y Baréin, ocasionando al menos cinco heridos entre los soldados estadounidenses.
Simultáneamente, Israel intensificó sus operaciones en territorio iraní, ejecutando bombardeos en la prisión de Evin en Teherán y en la sede de la Guardia Revolucionaria el domingo 22 de junio. Las columnas de humo que se elevaban sobre la capital se habian convertido en un siniestro recordatorio del continuo derramamiento de violencia.
Las cifras de víctimas no dejaron de crecer, en Irán se reportan más de 600 fallecidos y 1,300 heridos tras la ofensiva israelí, mientras que en Israel los ataques iraníes causaron al menos 40 heridos y daños significativos en zonas residenciales. La población civil, atrapada entre sirenas, apagones y refugios improvisados, soporta el alto costo humano de decisiones tomadas a kilómetros de distancia.
Ante esta escalada, la diplomacia internacional comenzó a moverse. El domingo 22 de junio, China, Rusia y Pakistán presentaron ante el Consejo de Seguridad de la ONU una propuesta de resolución que exigía un cese al fuego inmediato e incondicional entre Irán, Israel y Estados Unidos, además de la protección de los civiles, el respeto al derecho internacional y el retorno al diálogo como única vía sostenible para resolver el conflicto.
Mientras tanto, el embajador ruso Vasili Nebenzia condenó los bombardeos estadounidenses contra las instalaciones nucleares iraníes, denunciando la «hipocresía» de quienes, tras iniciar los ataques, claman ahora por el diálogo. De manera similar, el embajador chino Fu Cong afirmó que «la paz en Oriente Medio no se logra mediante el uso de la fuerza» y el representante pakistaní Asim Iftijar Ahmad advirtió que «la región no puede soportar otro ciclo de destrucción», haciendo un llamado urgente a la comunidad internacional.
Si bien la embajadora estadounidense ante la ONU, Dorothy Sea, defendió la ofensiva calificándola de «respuesta legítima en defensa de su aliado» y acusó a Irán de ser una amenaza persistente para la estabilidad regional, el escenario dio un giro inesperado en medio del caos.
Lo cierto es que, salvo la incertidumbre inherente a cualquier alto el fuego, el conflicto atraviesa la encrucijada de que la guerra, que se expandió de forma implacable, ahora enfrenta la posibilidad de disiparse, reconduciendo a la región hacia un camino de reconciliación y diplomacia.
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*Los textos publicados en la sección de Opinión son responsabilidad exclusiva del autor.
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