FANTASÍA O REALIDAD ¿VIRTUAL?

Por: Aimée Argüero Fonseca y Davide M. Marchioro

“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son»
Calderón de la Barca

La fantasía es la representación simbólica de la relación entre un sujeto y sus objetos pulsionales, que permite la consecución de un deseo consciente o inconsciente que no ha sido obtenido parcial o totalmente en la realidad. 

Los primeros años de la infancia, durante la etapa oral, según Freud, los niños pequeños están regidos por el principio del placer, donde la actividad psíquica busca retraerse de todo acontecimiento que pudiera provocar desagrado, cosa que, en una infancia normal y saludable, se da de forma natural. Los cuidadores responden con presteza a las necesidades del infante. Llora y es atendido. Aprende a hacer realidad sus deseos y se siente pleno. 

No pasa mucho tiempo, antes de que el niño sepa que no podrá obtener todo lo que desea, después de hacer berrinches se da cuenta de la terrible situación en la que se encuentra. A veces la respuesta es no, por mucho que lo intente. Se instaura entonces el principio de la realidad. El mundo no es un cuento de hadas y conforme los años avanzan, los golpes de la vida lo confirman. Estamos entonces obligados a aceptar que la realidad puede ser absurda, cruel y despiadada a veces. El golpe es tan duro que es necesario un paliativo, bienvenida fantasía. 

No todas las personas se dejan llevar salvajemente por sus fantasías, pero no hay una sola persona que no se permita soñar con una realidad menos agreste. Desde el imaginar que el tiempo avanza rápido y por fin es la hora de salida o el último día de la semana laboral, hasta formular historias donde son protagonistas de aventuras heroicas de las cuales siempre salen bien librados y reciben vítores del pueblo agradecido. A mayor vacío, mayor necesidad de escapar de la realidad. Pero no hay una forma de cuantificar el vacío, hay seres más sensibles que otros, y algunos cuya creatividad les permite imaginar dimensiones tan alternativas que podrían ser el mismísimo Dr. Strange, aunque su vacío personal no represente un hoyo negro, sirven de base para creaciones artísticas a través de la sublimación, que le imprime un carácter saludable porque permite liberarse de estados depresivos o estresantes. 

Aunque el diccionario dice que lo “virtual” es aquello que existe de forma aparente y no es real, el problema es que la realidad objetiva es bastante cuestionable, dado que una cosa es la realidad material y otra lo que percibimos de ella. La realidad material es ontológica y hasta cierto punto independiente del sujeto cognoscente, asi que la percepción intenta descifrar el mundo, pero el cerebro no tiene acceso directo a él, ni siquiera nos salva Galileo, quien afirmaba que donde los sentidos nos fallan, la razón debe intervenir. Pero y la razón de dónde surge si no de las experiencias vividas, que son resultado justamente de la realidad subjetiva percibida. Se perciben experiencias reales, no realidades objetivas, es decir, estamos inventando el mundo. 

La realidad virtual nos permite inventar un mundo con tintes un poco más objetivos, que la fantasía. Es una adaptación actualizada por otras personas que diseñan innumerables entornos previamente establecidos y el usuario tiene la posibilidad de elegir la dimensión de la realidad a la que quiere acceder, gracias al uso de tecnología informática avanzada, haciendo uso de dispositivos que nos permiten llevar nuestros sentidos a esos lugares. Es más fácil huir a espacios seguros ahora, pero el aislamiento y la aparentemente infinidad de caminos, puede provocar ansiedad en algunos.

La virtualidad se ha expandido después de la pandemia y no se limita a entornos a los cuáles acceder mediante cascos o lentes, se le llamó también virtual al mundo que se gestó para dar continuidad a la vida, mientras la presencialidad representaba un serio peligro para las personas. Los límites de lo posible se redujeron, pero nos dejaron vulnerabilidades insospechadas. Es curioso como crecieron exponencialmente las estadísticas de personas con trastornos mentales, especialmente ansiedad y depresión.

Donde las fantasías protegían al soñador de los deseos no realizados, la realidad virtual aparece como una opción para mostrar a los sentidos la obtención de los mismos, con un diseño pre pagado. La pregunta es… el avance desde imaginar a ver y escuchar se ha formalizado. ¿Qué pasará cuando se incluyan los otros sentidos?, cuando se trascienda de las pruebas piloto realizadas hasta la fecha con mediano éxito, cuando podamos a través de la virtualidad probar, tocar y oler a voluntad. ¿Si la insatisfacción derivada del principio de realidad rige nuestro actuar y nos sirve de mapa para saber hacía dónde ir… dejaremos de buscar?, será que entonces, con todos los deseos satisfechos, como niños, ¿seremos por fin completamente felices?.

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