Sheinbaum gana donde la derecha fracasa

Sheinbaum gana donde la derecha fracasa

El Ágora

Por Ana Gómez

El 2025 quedará registrado como un año de definiciones en América Latina. Tres países, Argentina, Ecuador y Bolivia, acudieron a las urnas en medio de crisis económicas, tensiones sociales y un clima de polarización que parece haberse convertido en la norma regional. 

Argentina, el desgaste de Milei y la pérdida de lectores políticos

En Argentina, las elecciones legislativas del 25 de octubre de 2025 se convirtieron en una revocación de mandato sobre la gestión de Javier Milei. El presidente, que irrumpió en 2023 con un discurso disruptivo, enfrentó en apenas dos años un deterioro acelerado de su imagen pública. 

Encuestas de marzo ya mostraban un 58,4 % de desaprobación a su gobierno, frente a un 41,6 % de aprobación. La combinación de crisis económica, inseguridad y escándalos políticos y de corrupción minimizó la confianza ciudadana.

El caso argentino ilustra cómo el capital político puede diluirse con rapidez cuando las promesas de cambio no se traducen en mejoras tangibles. Milei llegó con la bandera de la libertad económica, pero la inflación persistente, el aumento de la pobreza y la percepción de un Estado debilitado erosionaron su legitimidad, pero le falló a su pueblo y dejo ver que el liberalismo no funciona.

Ecuador, la sombra del fraude y la fragilidad democrática

En Ecuador, las elecciones de 2025 estuvieron marcadas por la reelección de Daniel Noboa, pero también por denuncias de fraude que pusieron en entredicho la transparencia del proceso. 

Noboa denunció “irregularidades”, mientras que su rival, Luisa González, se negó a aceptar los resultados preliminares y habló de fraude. 

Aunque las denuncias por fraude no prosperaron, dejaron una huella de desconfianza en la ciudadanía. Noboa, que había llegado al poder en 2023 para completar el mandato de Guillermo Lasso, buscaba consolidar su liderazgo con un triunfo claro, pero ante la mayoría del pueblo solo se están convirtiendo en un cacique autoritario que ve por sus intereses y no por su pueblo. 

Bolivia, entre la memoria del pasado y la incertidumbre del futuro

El triunfo de Rodrigo Paz Pereira en Bolivia en 2025, con un discurso de derecha moderada y promesas de “capitalismo para todos”, recuerda inevitablemente la llegada de Javier Milei al poder en Argentina dos años antes. 

Ambos encarnaron la ilusión de un cambio radical frente al desgaste de los gobiernos anteriores, y ambos capitalizaron el hartazgo ciudadano con la política de siempre. 

Sin embargo, la experiencia argentina ya ofrece una advertencia, el entusiasmo inicial por un gobierno de derecha se transformó rápidamente en desilusión, cuando las recetas liberales priorizaron la desregulación y el ajuste por encima de las necesidades sociales más urgentes.

Bolivia podría recorrer la misma senda. La apuesta por un modelo liberal promete dinamismo económico, pero corre el riesgo de repetir el patrón de gobiernos que ven más por los intereses de mercado que por el bienestar popular. La historia reciente muestra que la paciencia ciudadana es corta y que la factura política de la desilusión llega pronto.

Si algo une a Argentina, Ecuador y Bolivia en 2025 es la erosión de la confianza ciudadana en las instituciones y en los liderazgos políticos. En Argentina, la promesa de un cambio radical se topó con la realidad de la crisis económica. En Ecuador, las denuncias de fraude y el mal gobierno sembraron dudas sobre la legitimidad democrática. En Bolivia, la sombra del pasado sigue condicionando el presente, pero su futuro liberal y las experiencias similares dejan ver que solo será un nuevo fracaso.

Mientras que proyectos liberales de derecha comienzan a mostrar signos de desgaste y riesgo de desilusión en Latinoamérica, el caso de México bajo Claudia Sheinbaum ofrece un contraste revelador. A poco más de un año de haber asumido la presidencia, Sheinbaum mantiene niveles de aprobación cercanos al 80 % de la ciudadanía.

Frente a la volatilidad que generan los experimentos liberales de derecha, el ejemplo mexicano muestra que la ciudadanía busca gobiernos que prioricen el bienestar colectivo sobre los intereses de mercado.

Sheinbaum encarna la idea de que un buen gobierno de izquierda no solo es posible, sino necesario para responder a las demandas de justicia social, equidad y estabilidad que atraviesan a América Latina. Su creciente popularidad no es un accidente, es el reflejo de que, cuando la política se centra en la gente, la confianza se multiplica.

Sigue a Ana Gómez en X: @AnaGomezCalzada

*Los textos publicados en la sección de Opinión son responsabilidad exclusiva del autor.

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