Woodstock, del sueño a la pesadilla 

José Agustín en Los Pinos. Por Héctor Escalante

Héctor Escalante.

Recientemente se estrenó en Netflix el documental Trainwreck: Woodstock ’99, una serie de entrevistas y documentos visuales que muestran la crónica del desastre anunciado que se veía venir para la tercera edición de un festival que, en 1969, fue un parteaguas para la música y para toda una generación. 

Ya en 1994, para conmemorar los 25 años de aquel primer evento simbólico de la cultura de “Paz y amor”, se había realizado una segunda edición del festival con resultados muy cuestionables, pues hay que recordar que en aquel momento, la mitad de los asistentes entraron con el clásico “portazo” y no pagaron. 

A pesar, de todo eso, Michael Lang, el legendario organizador de Woodstock de 1969 y posteriormente de la edición de 1994, decide organizar la versión de 1999 para conmemorar los 30 años del evento original. Los resultados fueron catastróficos, el evento se convirtió en una pesadilla, para asistentes y organizadores, el recuerdo hoy es lamentable.

El documental de Netflix no es el único sobre el tema. HBO cuenta también con trabajo al respecto, titulado Woodstock 99: Peace, Love, and Rage, altamente recomendable y que relata la historia de ciertos asistentes que sufrieron en carne propia vejaciones, violencia sexual y en un caso particular narra uno de los entrevistados la muerte de un amigo. 

Ambos trabajos cuentan con entrevistas relevantes, tanto de los organizadores, como de algunos artistas, periodistas y asistentes. El relato retrata las realidades diametralmente distintas de quienes fueron los asistentes a los eventos de 1969 y 1999. Señala las pifias y la falta de conocimiento de lo que hoy (después de tantos festivales) nos resulta inaudito.

Miles de personas, falta de seguridad, un solo escenario, falta de agua, un cartel sumamente atractivo pero sin contrapesos, músicos sin criterio en ciertos momentos, drogas y miles de jóvenes que no tuvieron ningún tipo de autoridad que los pudiera controlar, dan como resultado un lamentable recuerdo. 

Siempre el Woodstock original, aquel de 1969, concierto que reunió a más de un millón de personas para escuchar, entre otros, a Jimi Hendrix, Joe Cocker, Joan Baez, The Who o Carlos Santana será recordado como un emblema para la música y para toda una generación. 

En 1999 a pesar de contar con bandas como Korn, Metallica, Rage Againts the Machine, Red Hot Chilli Peppers, Megadeht o Limp Bizkit el recuerdo será el resultado fallido, la violencia y las acusaciones de violencia sexual y muerte (que por cierto es minimizada en el documental de Netflix) pues le dedica al tema escasos 3 minutos de sus tres capítulos. 

Vale la pena echar un vistazo al documental de Netflix, también al de HBO, y ya encarrerados, a la extraordinaria película de Ang Lee: Taking Woodstock y al documental de Martin Scorsese: Woodstock: 3 Days of Peace & Music (ganador del Oscar).

Los textos publicados en la sección de Opinión son responsabilidad del autor que lo emite y no plasma el criterio de México Habla.

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