En 1999 se estrenó la película ‘La Ley de Herodes’ del director Luis Estrada, el inicio de una serie de largometrajes que han retratado, desde su visión, los últimos cuatro sexenios, incluido el de Andrés Manuel López Obrador, que está a semanas de concluir.
La premisa del político que, según él, llega con las mejores intenciones de hacer las cosas distintas en la política nacional, que para su fortuna o infortuna lo va devorando el sistema corrupto que, en el filme, representa los inicios del peor PRI, que gobernó por al menos cuatro décadas más, de acuerdo con el año en que se sitúa la historia, 1949.
En días recientes, se aprobó en la Cámara de Senadores la tan anunciada reforma al Poder Judicial. Lo que pudimos atestiguar el día de la votación, fue la manera en cómo la política y los políticos no se reconstruyen, simplemente se transforman.
Que incluso pueden ser igual o peores que aquellos que nos refleja la película de Luis Estrada y de los que supuestamente estamos cansados.
Los senadores de Morena pasaron de repudiar a Miguel Ángel Yunes, a aplaudirlo y arroparlo; los panistas a llamarlo traidor.
Aquellos que piensan que la reforma al Poder Judicial tiene que ver con la justicia social, como aquella que prometía “Varguitas” en la Ley de Herodes, son tan ingenuos que dan mucho pesar.
Esta reforma no tiene que ver con las causas justas, sino con la venganza y el poder por el poder.
Con qué cara los políticos que hoy gobiernan se dicen distintos a los anteriores, y no solo por los socios naturales, como el Partido Verde o el Partido del Trabajo, que en ambos casos son filiales de familias corruptas que han vivido del presupuesto por décadas.
Esos son los aliados de Morena y su cuarta transformación, pasando por los senadores y diputados comprados o amenazados, con mucha corrupción en sus espaldas.
La oposición de caricatura, en donde resulta que el PRI fue el único partido que no se venció, claro, lo que queda del PRI, que ya es muy poco, lo peor.
El panismo representado por Marko Cortés que de manera pública exhibió, una vez más, cómo se repartieron el poder interno en su gestión, así sin pena alguna.
Movimiento Ciudadano, que, a pesar de su discurso, no pudo dejar de ser parte de la farsa, pues el senador Daniel Barreda, pudo estar, pero prefirió no, aunque se escudó en el problema de su padre.
Y así podemos seguir viendo como la clase política sigue siendo la misma.
Un presidente que se hace de la vista gorda, aunque haya permitido la actuación que supuestamente siempre repudió. Una presidenta electa, que aplaude y ve cómo su aplastante victoria pasa de ser un acto único, a parte de un circo político.
Finalmente, están aquellos ciudadanos que se sienten ganadores, orgullosos, como si fuera un partido de futbol, como si con la reforma al Poder Judicial fueran a mejorar las cosas, porque ya se los dijeron en las mañaneras.
Los adoctrinaron; hoy los malos ya no son los periodistas críticos, ni los panistas, priístas o los empresarios. Ahora los malos son los jueces, porque es mejor echar culpas que hablar de los males de este gobierno.
Es más fácil aplaudir que criticar, y tristemente parece que nos volvió a tocar la Ley de Herodes, por enésima vez, con una preocupación mayor, antes muchos lo veían y criticaban, hoy muchos más lo aplauden y celebran; es un pesar para el país.
Por cierto, Viva México.
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